Resumen:
Los retos como país pasan tanto por dejar de sobredimensionar la cantidad de
nicaragüense que hay en el país, como por aceptar su aporte al mercado de
trabajo. El reto mayor de la inmigración no es de carácter económico, sino de
carácter político y moral.
La migración a Costa Rica durante la guerra, aunque no fue grande comparada
con la de Estados Unidos, puso en marcha un proceso acumulativo que explotaría
años después, cuando se reunieron ciertas condiciones económicas. Al terminar la guerra de los contras, mientras Estados Unidos cerraban sus fronteras y Nicaragua abría su economía al capitalismo, Costa Rica estaba desprevenida, con fronteras esencialmente abiertas. El nuevo flujo migratorio a Costa Rica se alimento de individuos desplazados del empleo público, del ejercito o del campo. También se nutrió de la información y redes de los inmigrantes y refugiados de la primera ola. Si a lo anterior se suma una economía en rápido crecimiento y diversificación como la de Costa Rica a principios de los 90, una cierta escasez de mano de obra (consecuencia de la implosión de nacimientos de principios de los 70) y grandes diferencias salariales, se tienen los ingredientes para la avalancha migratoria que se vino.