Resumen:
El cáncer cervicouterino es el segundo cáncer más frecuente en las mujeres en todo el mundo, con lo se constituye en un problema de salud pública especialmente en los países en vías de desarrollo, ya que el 80% de las muertes por esa causa ocurre estos países. En Latinoamérica y el Caribe la incidencia llega al doble, y la mortalidad al triple, de la que se presenta en los países desarrollados [1,2]. En Costa Rica los tumores malignos de útero constituyen la tercera causa de muerte por cáncer en las mujeres (tasa de 8.6/100 mil), en el período 2000-2005. La mitad de estas defunciones se produjeron entre los 15 y 64 años, las cuales son consideradas como muertes evitables por existir intervenciones suficientemente efectivas para evitarlas.
El tamizaje mediante el examen de un frotis cervical, más el tratamiento adecuado de seguimiento han demostrado grandes reducciones de las tasas de incidencia y mortalidad [3]. Algunos autores [4,5] consideran que esta neoplasia es 100% prevenible, dado que la lenta evolución de la enfermedad y la accesibilidad a las células de la zona de transición del cuello del útero permite su estudio mediante la prueba del Papanicolaou. Esta prueba de tamizaje permite detectar alteraciones citológicas premalignas y ha demostrado ser una acción costo efectiva en el número de carcinomas detectados en fase preinvasora y el número de años de vida ganados [6].